La estructura de capital: cómo financiar la empresa
La decisión de cómo financiar la empresa es una de las más relevantes de la gestión financiera. Su aspecto clave consiste en determinar la composición del capital empleado que financia al activo neto, es decir, la relación deseada y factible entre la deuda financiera y el patrimonio neto. La determinación de esta combinación exige fijar objetivos y prioridades respecto a su repercusión sobre: la rentabilidad, el riesgo, la liquidez, el crecimiento, el coste de capital y el valor de la empresa.
En este trabajo se aborda esta decisión en tres escenarios.
En primer lugar, se evalúa, para un importe determinado del capital empleado, la relación más adecuada entre ambas partidas, de lo que se derivará intercambiar deuda por patrimonio neto y viceversa.
A continuación, se cuantifica la capacidad de endeudamiento, concretada en la posibilidad de ampliar el importe de la deuda y, en consecuencia, de aumentar el capital empleado, manteniendo fijo el patrimonio neto. La disponibilidad de esta capacidad es un indicador de una buena situación financiera, pues supone disponer de una holgura en caso de necesitar liquidez.
Por último, se estudia la decisión respecto a la estructura de la nueva financiación. En este caso, el análisis es marginal, pues se limita a analizar los efectos de la nueva financiación, sin modificar la ya existente.
Además, a lo largo de este Cuaderno se abordan otras decisiones importantes relativas a cómo financiar la empresa; entre otras, las siguientes: los instrumentos de deuda, la modalidad de contratación del tipo de interés, la estructura temporal de la deuda, la moneda de contratación, el grado de exigibilidad de la deuda, las garantías asociadas a la deuda, la deuda con recurso y sin recurso, la cobertura de los riesgos de tipo de interés y de cambio, la composición del patrimonio neto y la disponibilidad de tesorería excedente y de financiación no utilizada.
Finalmente, se resumen los principales principios de gestión aplicables en este área de las finanzas, cuyo objetivo es equilibrar las ventajas de la deuda para apalancar la rentabilidad con la limitación del riesgo financiero inducido por el endeudamiento. Algunos de estos principios son: ajustar el vencimiento de la deuda al periodo de maduración de las inversiones, limitar la dependencia de las entidades de crédito, financiar en la misma divisa las actividades en divisas y mantener una capacidad de endeudamiento para ser usada cuando surjan oportunidades o problemas.
Estos principios son bien conocidos pero, sin embargo, con frecuencia se olvidan por un exceso de optimismo, como sucedió en la crisis de finales del primer decenio del presente siglo. Al igual que sucede con la tecnología, el conocimiento se acumula y se transmite pero debe ser adquirido por cada uno empezando desde cero. Lo mismo sucede con la buena práctica financiera; cuando se desconoce o se olvida comentemos errores de manual, a pesar de que están bien documentados y de que estamos advertidos porque ya incurrieron en ellos otros. Para evitarlos es importante el conocimiento y aprender de la experiencia ajena que, además, es menos dolorosa que la propia. Es preciso, también, formular criterios en cada área y, aunque con flexibilidad, respetarlos, sin dejarse contagiar por los incumplimientos y excesos ajenos.