Desde que fue nombrado el nuevo presidente de Red Eléctrica, hace menos de tres años, la cotización de la acción ha aumentado casi un 150% (el Ibex 35 menos del 25%) y añadiendo los dividendos, la rentabilidad del accionista supera el 40% al año durante ese periodo. Ya en mayo de 2008 alcanzó otro pico aunque con una cotización de solo el 63% de la actual. Un buen salto desde que saliese a cotizar a 8 euros en julio de 1999.
La Ley 24/2013 del Sector Eléctrico ratifica a REE como transportista único y operador del sistema, así como gestor de la red de transporte de electricidad. Se justifica el monopolio natural por razones de eficiencia económica. Su retribución se fija administrativamente atendiendo a que es una actividad de bajo riesgo de modo que la tasa de retribución de los activos sea la de la deuda pública a 10 años más un diferencial.
Como en otros países, se pretende que la rentabilidad obtenida por la empresa la incentive a mejorar la calidad del servicio pero sin que el usuario pague un precio excesivo.
Por lo regulado, cabría esperar un comportamiento tipo utility de las acciones de REE y un crecimiento moderado de sus magnitudes contables. Pero, salvo error, en los últimos seis años, por ejemplo, los crecimientos anuales del beneficio y del dividendo por acción han sido superiores al 13% y al 15%, respectivamente. Con el 20% de las acciones en manos de la SEPI y más del 65% en las de inversores institucionales extranjeros y con una Beta menor que 0,7 Red Eléctrica se comporta, incluso en plena crisis, como una superstar. Un ejemplo de que no siempre se cumple la relación inversa entre rentabilidad y riesgo.