Aunque difieran, ambos términos se vinculan con la posibilidad de un suceso adverso. Cuando se produce, la incertidumbre o el riesgo desaparecen para convertirse en realidad. Las dos palabras anticipan, no solo en finanzas, un peligro pues es un sinsentido referirse al riesgo de obtener un premio en la lotería. En el artículo de hoy, explicamos en qué consiste la gestión del riesgo y la incertidumbre.
La incertidumbre nace del azar y la ignorancia; el riesgo, de las decisiones
Hay incertidumbre si pueden ocurrir hechos desconocidos y, por lo tanto, se ignoran sus consecuencias. En general, la incertidumbre se asocia con sorpresas, con sucesos inesperados. El riesgo se relaciona con contingencias conocidas y cuyos efectos también lo son. La repercusión de la variación del tipo de interés, por ejemplo, es bien sabida por cualquier empresario endeudado.
¿Cómo es la gestión del riesgo y la incertidumbre?
Ambos términos deben gestionarse para evitar quebrantos. La incertidumbre conviene reducirla siempre; el riesgo no pues forma parte esencial de la dinámica empresarial. Como dicen los pilotos de carreras si todo parece estar bajo control, significa que vas muy despacio.
La gestión del riesgo se lleva a cabo mediante la cobertura de las exposiciones –un seguro contra incendios, por ejemplo– y la diversificación –para evitar la dependencia de un único producto, tecnología, mercado, cliente o proveedor. Por el contrario, la incertidumbre se gestiona con el conocimiento y las holguras.
Lo que para algunos es incertidumbre, para otros es riesgo. Un ingeniero atraído por la llamada campestre decidió cultivar plantas aromáticas. Pero un granizo le arruinó la cosecha y le obligó a desistir de sus planes y volver al agobio del despacho. El resto de los agricultores –quizá poco comunicativos con el intruso– superó la adversidad por tener asegurada la plantación. Lo que para el ingeniero ignorante fue una sorpresa, para los demás fue un suceso habitual cuyo riesgo gestionaron. Por ello, la mejor forma de gestionar la incertidumbre es reducirla mediante información y conocimiento, que permiten pasar de lo desconocido a lo sabido.
Las catedrales erguidas hace más de medio milenio siguen en pie
La incertidumbre se gestiona también mediante holguras o márgenes de seguridad. Por eso las catedrales se levantaron con unas columnas, arbotantes y refuerzos que, por desconocerse las reglas de construcción, se exageraron para hacer frente a lo desconocido. Igualmente, las empresas mantienen una liquidez por encima de sus necesidades previstas. Lo mismo pretende la advertencia de mantener la distancia de seguridad. Por muy buen conductor que sea uno, quizá pueda hacer frente a la gestión de riesgos, pero por definición, no a la incertidumbre.
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