La riqueza hay que crearla… y repartirla
El esfuerzo por crear riqueza es un principio natural del comportamiento humano en cualquier actividad. Crear riqueza exige que el valor de lo obtenido supere el coste de todos los recursos consumidos. Ese excedente es un requisito obligado para el progreso de cualquier empresa con vocación de continuidad porque exige la buena gestión de los recursos. Una vez conseguida la creación de valor y la riqueza hay que repartirla entre los partícipes.
Dos modelos enfrentados de reparto del valor creado
El modelo americano sitúa al accionista (sobre todo al de control) como receptor del valor creado. Propugna que el único objetivo de la empresa es enriquecer a sus accionistas. Para ello, los accionistas de control contratan a unos gestores con intereses alineados con ese objetivo y por el que serán recompensados con parte del valor creado. Al resto de los partícipes se les paga, si acaso, su estricto coste de mercado.
El otro modelo, más implantado en Europa continental, reconoce la pluralidad de partícipes a la hora de tomar decisiones, por lo que opta por equilibrar los distintos intereses sin que los del accionista sean los únicos. Sostiene que es arriesgado usar un solo criterio para decidir porque puede originar que por el bien del accionista se perjudique a terceros. De hecho, es fácil crear valor para el accionista de control y sus gestores sin crear riqueza. Basta transferir remuneración de unos colectivos a otros en un juego de suma cero: lo que gana uno se lo quita a otro.
La creación de valor para el accionista
Este objetivo se puso de moda en las últimas décadas del siglo pasado como directriz para la toma de decisiones en la empresa. No era un criterio nuevo. Para Friedman solo hay una responsabilidad de la empresa: usar sus recursos y emprender actividades que persigan incrementar los beneficios. La hipótesis es que si se crea valor para el accionista se beneficia también al resto de partícipes si se satisfacen sus costes competitivos respectivos y el beneficio del accionista no es costa de otros. El Informe Olivencia aducía que ofrece una directriz más clara para decidir que otras posibles alternativas más amplias vinculadas al interés social. El Código unificado de buen gobierno de las sociedades cotizadas de la CNMV (2006) recomendaba como objetivo último de la compañía… la creación de valor para el accionista.
Se puede crear valor para el accionista sin crear riqueza
A pesar de ser una directriz muy aplicada para la toma de decisiones, la ideología de crear valor para el accionista se ha cuestionado desde que fue propuesta. Son numerosos los escándalos publicados sobre abusos surgidos como consecuencia del auge de la denominada economía de casino, que propugna enriquecerse lo antes posible, aunque sea a costa de terceros. No son raros los casos de dirigentes empresariales que se enriquecen después de dejar maltrechas a sus empresas y al resto de los partícipes, incluidos los accionistas minoritarios. Para conseguirlo se prima el beneficio a corto plazo perjudicando los resultados a largo; se manipulan los criterios contables para mejorar el beneficio mediante la contabilidad creativa (incluso ilegal); se aplican medidas que crean valor no duradero (con rumores, por ejemplo); se mide mal el valor creado o se utiliza información privilegiada o reservada para beneficio propio.
La aportación de las finanzas sostenibles y los criterios ASG
En la última reunión de Davos se afirmaba que esta forma de capitalismo ya no es sostenible. El origen de los problemas se asocia con la desigualdad fomentada por la globalización, la falta de regulación y las deficiencias del capitalismo de los últimos años. Por ello surge la propuesta de crecimiento económico inclusivo, el que progresa sin dejar a nadie atrás y dando igualdad de oportunidades. Este enfoque critica el capitalismo del accionista y propugna el más solidario capitalismo de los partícipes. En el Código unificado de buen gobierno de las sociedades cotizadas de la CNMV de 2020 desaparece la expresión de creación de valor para el accionista y la recomendación citada del año 2006.
Los nuevos CEOs y la nueva gobernanza
La declaración sobre el propósito de una corporación firmada en 1919 por buena parte de los principales dirigentes empresariales americanos (Apple y Amazon entre otros muchos) proclama que se comprometen a crear valor para todos los partícipes de la empresa, para lograr el éxito futuro de las compañías, las comunidades y su país. Se pasa del capitalismo del accionista al capitalismo de los partícipes. Para ello, se precisa un nuevo gobierno corporativo referido a la actuación de sus máximos responsables. Se recomienda regular las decisiones con el doble objetivo de crear riqueza y repartirla equitativamente entre los grupos de interés que contribuyen a generarlo.
La CNMV de 2020 recomienda que el consejo de administración… dispense el mismo trato a todos los accionistas que se hallen en la misma posición y… procure conciliar el propio interés social con… los legítimos intereses de sus empleados, sus proveedores, sus clientes y los de los restantes grupos de interés que puedan verse afectados, así como el impacto de las actividades de la compañía en la comunidad en su conjunto y en el medio ambiente.
Pero las recomendaciones solas no bastan como parece ahora que no bastaron con la anterior sobre la responsabilidad social corporativa.
Juan Pérez-Carballo Veiga
Director del Máster en Dirección Financiera de Next IBS