Juan Pérez-Carballo Veiga
Director de Converthia, consejero de Adverthia, marketing digital, y director del Máster de Finanzas (Esic). Fue director de Enisa, director financiero de Repsol Butano y controller de Coeba
Las principales limitaciones de la cuenta contable de resultados se refieren a que no contempla los intangibles, las expectativas, el riesgo ni el coste financiero de la inversión del accionista. Además, es estrictamente monetaria, depende de criterios contables y es hasta cierto punto manipulable. Pero sobre todo, mide el pasado y es incapaz de predecir los resultados futuros como atestiguan tantas cuentas de resultados que pasan súbitamente del boyante beneficio a la temida pérdida.
Por estas limitaciones es preciso recurrir a la cuenta competitiva de resultados para evaluar el potencial de la empresa para generar resultados de calidad y sostenidos y crear valor. Aunque es más fácil de enunciar que de formular, la cuenta competitiva debe medir el potencial de crear valor de la empresa y la adecuación de sus recursos y capacidades a los exigidos por su mercado y ayudar a centrar la gestión en sus factores clave de éxito. Esta cuenta se apoya en las fuerzas subyacentes de la posición competitiva de la empresa y anticipa su comportamiento contable, por lo que requiere indicadores adelantados que expliquen los resultados futuros. Por ello, estos indicadores se vinculan más con aspectos operativos de la actividad que con los financieros.
La cuenta competitiva recoge aspectos clave como el posicionamiento del producto, los recursos y capacidades, la productividad de los procesos y las competencias y habilidades del personal. Su diseño ha de reflejar el modelo de negocio e identificar las relaciones de causa-efecto entre acciones y resultados, enlazar los objetivos a largo plazo con los de corto plazo y aportar a la organización un instrumento de mejora y aprendizaje. El balanced scorecard, la pirámide del EVA (economic value added), los modelos EFQM y Baldrige, la curva de valor de la estrategia del océano azul o la metodología del modelo de negocio de Osterwalder ofrecen buenas aportaciones al diseño de la cuenta competitiva, según aborda el Curso Superior de Control de Gestión impartido por el Colegio de Economistas de Madrid.