La valoración de empresas: el enfoque financiero
La valoración de una empresa pretende estimar su valor razonable o teórico, es decir, determinar el importe por el que puede ser intercambiada entre partes interesadas y bien informadas, que actúen en condiciones de independencia y con un objetivo, en última instancia, económico. Aunque existen diferentes metodologías, el paradigma financiero vigente recomienda estimar el valor de la empresa a partir de la suma del valor actual de todas las rentas que se espera que genere en el futuro. Los valores más relevantes a la hora de valorar una empresa son los del activo y el patrimonio neto.
La estimación del valor es necesaria para una variedad de objetivos, como fijar y negociar el precio de compra-venta de acciones o de activos; contrastar el valor teórico con el precio de mercado, cuando la empresa cotiza en bolsa, como base para la inversión y la desinversión en ese mercado; estimar el valor creado y la rentabilidad del accionista de un periodo; identificar los parámetros clave que explican la creación de valor y la sensibilidad de éste a dichos parámetros; o comparar estrategias alternativas para seleccionar aquélla que prometa crear más valor.
Este Cuaderno presenta en detalle las metodologías y los criterios de valoración más relevantes, aplicando la técnica del descuento de flujos en su versión más sencilla, la correspondiente al modelo de renta perpetua, y en la más compleja, en la que varía la tasa de descuento en cada periodo, bien porque lo hagan los parámetros de valoración del entorno o porque cambien los parámetros internos, básicamente, la estructura de financiación y el riesgo. Además, se desarrolla la valoración relativa por múltiplos, siempre útil, al menos, como referencia y contraste, y la denominada valoración por partes. También se analizan algunos conceptos de gestión vinculados a la creación de valor y los errores que quizá se cometan con mayor frecuencia.
Valorar una empresa es siempre un ejercicio difícil como lo demuestran las distintas estimaciones de una misma situación que ofrecen diferentes expertos. Si bien el modelo financiero está razonablemente desarrollado y aceptado, la incertidumbre nace, como en todos los modelos que simplifican una realidad compleja, de los números que se introduzcan en él. Por ello, la valoración más que un ejercicio financiero, es uno estratégico en el que se ha de diseñar escenarios, formular hipótesis y cuantificar expectativas.